Jugaba a ser la dama, mientras a tu espalda los labios entregaba, los labios y centímetros de piel. Cuanta rabia, cuanta pasión la suya, mientras tú rabiabas y el corazón te colapsaba.
Su presencia trajo kilómetros ida y vuelta a tu andar, desvelos y sexo sin pagar. La puta, elegantemente mintió y talvez, sólo talvez amó.
No hacen falta nombres, la puta debe navegar con bandera a placer, la que ella quiera; ya no importa más. La mujer recién pereció, y la puta a tus ojos que ha llegado, nació.
Con cariño a mi hermano, a Cheché...